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“Nunca hay que aburrir al público porque entonces habremos muerto como oradores ”

13 de diciembre de 2011

Entrevistamos a Santiago Salazar Cubero, ponente del curso “Habilidades de Comunicación en Público” que se imparte en la UNED de Tudela hasta el próximo 21 de diciembre.

¿Cuál es la clave para que una persona hable bien en público?

“Autoestima; deseos de comunicar; tener algo que contar y pensar que es importante lo que se tiene que decir; creer que el público necesita conocer el contenido del discurso y, además, hacer un curso de comunicación para ejercitarse en las técnicas principales de la oratoria”.



¿Se puede aprender, realmente, a hablar bien en público o es cuestión de tener un don?

“El único don que se necesita es el de la paciencia para aprender. Lo demás es tener una mente abierta para recibir críticas sin que nos afecte personalmente, horas de trabajo y ensayar hasta el infinito cualquier exposición oral a la que nos enfrentemos”.



¿Cuál es su secreto?

“Si te refieres al mío te diré que me encanta enseñar a hablar en público. Disfruto muchísimo haciéndoles ver a mis alumnos y alumnas que son personas muy valiosas; que a su vez tienen mucho que enseñar, por su experiencia vital y profesional, por sus aficiones, intereses, vivencias y anécdotas.

Mi secreto es saber que todos los días que tengo clase aprendo algo de mi alumnado y que siempre descubro personas que merecen la pena. Mi esfuerzo radica en hacerles comprender lo mucho que pueden hacer porque cuando una persona se siente bien consigo misma es capaz de conseguirlo todo, hasta hablar en público.”



¿Qué factor considera que es más importante para hablar bien en público?

“El entusiasmo del orador, su deseo de comunicar, la naturalidad, el trabajo duro, la dignidad...”



¿Cuál es el primer mensaje que les va a trasladar a los alumnos?

“Que lo pueden hacer; que se olviden del miedo y den el paso para hablar en público; que se esfuercen por provocar ocasiones para hablar en público; que sean entusiastas y creativos; que no repitan discursos o exposiciones que han tenido que aguantar a disgusto; que nunca, nunca, nunca aburran al publico porque entonces habrán muerto como oradores; nadie les hará ni caso”.