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“Para mi el voluntariado ha sido una de las experiencias más gratificantes que he tenido en mi vida y la que más me ha enseñado a crecer como persona”

7 de diciembre de 2012

  • Sucre, Ñanta, Coca, Zafra… Son lugares a los que ha acudido Alegría Vallés Alonso con un único objetivo: ayudar.
  • A sus 37 años, esta maestra y psicopedagoga, que realizó el Máster en Cooperación Internacional por la UNED, nos relata las experiencias vividas en sus labores de voluntariado.

Recuerda, con anhelo, aquellos años. Estudiaba psicopedagogía, su segunda carrera universitaria. Fue entonces cuando, por fin, Alegría, pudo hacer aquello que tanto ansiaba. No era otra cosa que ayudar a aquellos que lo necesitaban.

“Tenía varias amigas enfermeras que ayudaban a niños oncológicos que lo pasaban mal. Les visité unas cuantas veces y me impresionó muchísimo. Poco después, empecé a colaborar con ANFAS, ayudando a niños con síndrome de Down. Solía ir con ellos a campamentos de verano. Les ayudaba en el aseo, a la hora de comer, de vestirse…. Les acompañaba allí donde les hiciera falta… Un tiempo después, comencé a encargarme de la organización de los campamentos”.

Fueron sus primeros momentos como voluntaria. Después, llegarían muchos más.

“Para mi el voluntariado es una forma de hacer algo que me gusta, algo que me llena... Es una de las experiencias más gratificantes que he tenido en mi vida, así como la que más me ha enseñado a crecer como persona”.

Alegría trabajó en el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra en un servicio educativo con niños con síndrome de Down.

“Les enseñábamos, por ejemplo, a reaccionar ante un incendio o una urgencia, cómo usar un teléfono, cómo ir a la biblioteca y manejarse dentro de ella… Trabajábamos habilidades sociales, educativas…”

Después de dos años, la protagonista de esta historia decidió volver a dar un giro a su vida. Dejó absolutamente todo para participar en “Ve, participa y cuéntanos”, un programa del Gobierno de Navarra dirigido a jóvenes que quisieran colaborar en proyectos de Cooperación Internacional promovidos por ONGS de Navarra.

“Quería hacer algo más arriesgado, involucrarme. Deseaba irme a otro país y me hablaron de esta oportunidad. Me dieron una beca de seis meses y me marché a Bolivia. Fui destinada al Psicopedagógico de Sucre, al área terapéutica. Allí trabajé con “niños de la calle” que inhalaban pegamento. Sus padres se marchaban a la cosecha y desaparecían dos o tres meses. Ellos se quedaban solos y tenían que estar en la calle y mendigar. Es por ello que, viendo las necesidades existentes, propuse realizar un Proyecto Educativo. Lo elaboramos y lo llevamos a cabo. Todo el equipo terapeútico colaboró. Trabajamos con un horario organizado para tocar todos los puntos posibles en relación a las carencias que presentaban estos niños. Por ejemplo, se les responsabilizaba de su aprendizaje (adquirir el hábito de ir al colegio, hacer las tareas…); se les enseñaba a desenvolverse en sociedad y, finalmente, antes de abandonar el centro se les ayudaba en la búsqueda de un trabajo. Trabajábamos por talleres la adquisición de habilidades sociales así como su práctica en la vida real. Funcionó muy bien, la verdad… “

Sin embargo, la cara más amarga llegaría meses después. La falta de financiación hizo que, finalmente, se tuviera que cerrar esta Comunidad Terapeútica. Los niños… volvieron a la calle.

Al año siguiente, regresé a Bolivia. Fui al Centro Ñanta. Allí estaban algunos de "los niños de la calle" de Sucre. La diferencia era que allí tenían apoyo educativo, comida…. Sin embargo, solo había un pequeño local, usado como dormitorio, para aquellos que llevaban más tiempo. Como no había espacio para todos, muchos de ellos acababan durmiendo en cajeros, en la calle…”

Sucre, Ñanta… Después llegaría Coca, a donde acudió gracias a una beca de voluntariado de la UNED de Tudela, y, finalmente, Zafra. El pasado verano Alegría permaneció allí dos meses y durante un mes estuvo compartiendo experiencias con los profesores sobre cómo coordinar y enseñar en las Escuelas Rurales.

Todos los años, gracias a la asociación sevillana AEPECT, un grupo de profesores acuden a Bolivia y Perú para ayudar a otros docentes en temas que ellos solicitan como, por ejemplo, la estimulación temprana para educación infantil, dificultades de aprendizaje, educación sexual...

Zafra es una zona donde habitan muchos temporeros que recogen la caña de azúcar. Hay mucho cambio de alumnado en las aulas ya que se van moviendo conforme se va avanzando en la recogida de la caña. Uno de mis cometidos ha sido enseñarles a coordinar las escuelas rurales, a trabajar por proyectos…

En esta ocasión, he podido llevar una pequeña ayuda económica que he recaudado de varios proyectos educativos realizados; uno en el Colegio Público de Cintruénigo y otro en el Colegio Público de Fitero, donde he colaborado con un aula didáctica y con una exposición para que el alumnado conozca cómo se destinada la ayuda”.

Su última parada ha sido Zafra pero, a buen seguro, que no será la última. Su instinto solidario y sus inquietudes le llevarán próximamente a un nuevo destino. Un lugar donde, eso sí, donde la ayuda sea necesaria.

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