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“Las emociones juegan un papel central en nuestras vidas. Nos informan, nos movilizan a la acción y nos permiten actuar de una manera más precisa”

23 de febrero de 2015

Entrevista a Beatriz Marcos, Psicóloga y Doctora en Pedagogía, especialista en Prácticas Grupales e Inteligencia Emocional, Psicóloga del Equipo de atención integral a víctimas de la violencia de género del área de Tudela y ponente del curso "Psicología de las Emociones y del Desarrollo Personal", que se imparte en la UNED de Tudela.

Cuéntenos, ¿en qué va a consistir este curso?

“El curso aborda el tema de las emociones y del desarrollo en la persona. Es una mirada al tema desde lo que nos aporta la Psicología y desde las experiencias de los participantes, porque hablar de emociones es hablar de la vida misma. Lo que se pretende es que las personas tomen conciencia de la importancia del contacto emocional en sus vidas, revisen sus actitudes al respecto y profundicen sus conocimientos para afrontar las relaciones con “los otros” y consigo mismos de una manera desarrolladora”.

Explíquenos el concepto de "Inteligencia Emocional".

“Las emociones cuando se integran con la razón nos hacen más sabios que cuando utilizamos sólo nuestro intelecto". Sobre la base de este presupuesto de los investigadores John D. Mayer y Meter Salovey, en la década de los 90 se desarrolla el término Inteligencia Emocional, que se refiere a esa habilidad que nos permite identificar, comprender y gestionar nuestras propias emociones, y las emociones de las personas con quienes nos relacionamos en nuestras vidas".

¿Por qué cree que es tan importante esta disciplina?

“Las emociones juegan un papel central en nuestras vidas: nos informan, nos movilizan a la acción y nos permiten actuar de una manera más precisa. Es importante aprender a escucharlas, a tomarlas en cuenta en nuestra toma de decisiones y estilos de afrontamiento. Además, ser humano es estar en relación con los demás, porque somos seres sociales, y la inteligencia emocional nos prepara justamente para establecer un contacto saludable con las personas y con el entorno que nos rodea. Este es el sentido de este curso y de esta disciplina: favorecer el contacto de las personas consigo mismas y con los demás, lo que es una base esencial del bienestar y del autodesarrollo”.

Según su criterio, ¿cuál sería la receta de la felicidad?

“No hay receta para la felicidad, pero puedo considerar que la felicidad no está fuera como a veces creemos, sino dentro de nosotros mismos. Depende, en gran medida, de la capacidad que tengamos para vernos, cuidarnos, estar en contacto con las sensaciones, sentimientos, necesidades, intereses y deseos que conforman nuestro mundo interior; y de la capacidad para resonar y estar en contacto en las relaciones con los demás, de manera empática y saludable. En este sentido, la cultura en el manejo de las emociones es una condición necesaria, aunque no suficiente, para lograr el equilibrio y el bienestar psicológico en nuestras vidas”.

¿Es posible hacer autoterapia y aprender a gestionar nuestras emociones sin la ayuda de un profesional?

“Eso depende por un lado de los recursos y habilidades que posee la persona para autocomprenderse y afrontar los conflictos vitales y por otro lado de los niveles de apoyo emocional que tengamos en nuestras vidas. Pero cuando hay situaciones para las que no tenemos respuesta, o nos afectan fuertemente desde el punto de vista emocional generándonos síntomas físicos o psicológicos, es recomendable buscar la ayuda de un profesional que nos pueda acompañar”.

¿Qué opina de los libros de autoayuda?

“Cualquier lectura puede ser útil para ayudar en el proceso de autorreflexión, siempre y cuando la persona se identifique con las ideas que se expresan. Pero cuando el malestar de la persona le supone la presencia de una sintomatología, creo que esto no sería suficiente”.

Hay en torno a 60 personas matriculadas en este curso. ¿Por qué cree que tiene tanto éxito esta temática?

“En pleno siglo XXI, la diversidad de factores sociales y culturales nos conducen todavía a vivir y a actuar de manera fragmentada, como si fuésemos seres racionales por un lado, y emocionales por otro. Sabemos que esta separación es una falacia: somos unidad de razón y emoción. Creo que las personas que responden a la convocatoria de un curso sobre las “emociones” son conscientes de esta realidad y de la necesidad de desarrollar habilidades y actitudes que favorezcan el contacto emocional en nuestras vidas, y faciliten el desarrollo personal desde esta integridad”.

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