¿Cuándo comienza a escribir y por qué?
“Escribo desde niña, aunque antes de escribir ya fabulaba. Mi primer cuaderno data de 4º de EBG; ahí están los primeros poemas que escribí. Después he seguido una trayectoria un tanto irregular, pero siempre con la literatura dentro de mi vida: radio, teatro, monólogos… Hasta la llegada de “Los cuentos de Minina”, donde me propongo publicar cada día una historia diferente y la literatura se convierte entonces en una presencia constante”.
¿Qué escribe?
“Escribo verso y prosa. Siempre en corto. Toco un poco todo: los sentimientos, las reflexiones, la ficción… Depende del día.”
¿De dónde surgen las ideas?
“Las ideas están en todas partes. Muchas veces son reflexiones personales en renglones más o menos largos, y otras veces son meditaciones acerca de lo que me rodea. En ocasiones son homenajes a mi ciudad o a las personas a las que admiro, y otras son delirios, ficciones o cuentos que surgen de lo cotidiano”.
Son cuentos, pero no necesariamente para niños…
“Salvo un puñado, son cuentos para adultos; mi realidad es adulta y también mi mundo. No soy muy niñera: no sé qué hacer cuando me ponen un niño delante, no tengo ese don. Sé que otros lo tienen y, por tanto, dejo el mundo infantil para ellos”.
¿Por qué “Minina”?
“Mina y Minina… Inma. Mina es un juego de letras, un acróstico de Inma que empecé a utilizar como seudónimo para los concursos y para abrir la cuenta de Facebook que me ha dado a conocer. Minina era una mezcla de las letras de mi nombre y mi sobrenombre, que mostraba mi pasión por los gatos. Me pareció un nombre gracioso; no lo pensé mucho. Una tarde de verano me senté ante el teclado, creé la página tontamente, le puse el nombre a lo loco y me lancé a la piscina con el cuento sobre mi antiguo coche, retirado por el camión del desguace”.
¿Qué le aporta a nivel personal escribir estos cuentos?
“La satisfacción personal de que tus textos se lean y se valoren; sentirte escritora sin serlo. Hay un abismo en lo digital: puedes tener un millón de lectores, pero si no estás en papel no eres nadie. Esa es una asignatura pendiente de la literatura. Minina me ha ayudado a creer en lo que hago, me siento tan escritora como quienes participan en encuentros literarios o en ferias del libro. Cada día me leen unas mil personas; creo que no está mal”.
En su blog propone crear un club de cuentistas para pasar el tiempo y evadirse, ¿cree que hoy en día se está perdiendo el valor por la lectura y todo lo que ello nos aporta?
“Se sigue leyendo, pero lo que ahora tiene más campo editorial es la novela. Pero como no a todo el mundo le apetece coger un tomo de trescientas páginas, se decanta por la microliteratura (que no es un subgénero). Hace poco alguien me decía que la novela es whisky con agua, el cuento whisky con hielo y la poesía whisky solo. La novela requiere de una disciplina de la que a veces el poeta carece, y el relato corto o el poema de una sensibilidad y una capacidad de síntesis de la que muchos autores de best sellers adolecen.
La gente siente necesidad de evadirse, de que le hablen de amor, de dolor y de alegría… de que le novelen historias cotidianas que les pueden pasar a ellos mismos. Si uno da un repaso a la historia del arte, de la literatura… comprueba que no hemos cambiado. El tiempo pasa y el ser humano evoluciona, pero seguimos estando hechos de sentimientos. La gente me para por la calle, como si no esperasen poder tropezarse conmigo: creo que la proximidad es la clave. De ahí los encuentros, los cuentacuentos. Una de las mejores cosas de Minina es que a través de ella he conocido a muchas personas que de otra manera nunca hubiese podido conocer y que ahora son amigos”.